lunes, 22 de noviembre de 2010

LIBRERIA PISCICOLA

En mis años jóvenes cuando era un pescador novato, todo lo que podías aprender sobre el arte de la pesca, lo hacías viendo a los pescadores veteranos desplegar su arte en el río, y si tenias la suerte de recibir algún consejo de ellos procurabas seguirlo al pie de la letra.
Mi padre había sido pescador en sus años mozos, y siempre procuraba darme los mejores consejos para poder pescar,(con el enfado de mi madre que no me quería ver tanto por la orilla del río), tanto era la gana de mi padre que yo aprendiera a pescar bien, que un buen día domingo del mes de Mayo de los años 50 y pocos, 8 a 9 años tenia yo, y con un tiempo tormentoso después de comer me dice que me acerque al río con mi caña (una larga y nerviosa vara de avellano, como dice la canción),así lo hice y al momento el estaba detrás de mi, recogiendo unas larvas planas de la piedra (gusarapas), grandes, gordas y negras, comienza pescar los rincones de la margen derecha del río, a la sombra de los alisos (Humeros), y entre las grandes piedras de roca caliza que el ferrocarril Vasco Asturiano, había arrojado para formar una especie de escollera, todo esto por debajo del puente Dos Amigos en mi pueblo. Al momento me saca una buena trucha de unos 200 gramos, que yo me encargo de meterla en una rama que había preparado para eso, acto seguido me saca otra trucha del mismo calibre, y así hasta un total de 9 buenas truchas, que en dos horas y media aproximadamente pudo pescar, después dejaron de moverse, y me dijo que recogiera la caña y las truchas y me fuera para casa, el se fue por camino diferente al mio, no quiero deciros como iba yo con mi caña al hombro y con un camberu (rama con una horquilla donde se metían los peces por la agalla y salia por la boca), de buenas truchas, pasmaos quedaron los amigos con los que me tropezaba hasta llegar a casa.
Con casos como este y los buenos consejos de los mayores, eran nuestros libros de aprendizaje en el arte piscicola, nada que ver con los tiempos que corren, donde nos saturan con libros y revistas de pesca dando consejos y lecciones para aprender a pescar, así que hoy día te encuentras en el río chicos muy jóvenes, que cuando te ven sacar alguna trucha te preguntan que modelo de imitación de mosca tienes puesta, y ten dicen unos nombres en latín que no hay cura que los entienda, yo le digo, la colloraá la verde la amarilla o la madre que lo pa.....
Bueno es broma, que mas quisieramos los antiguos haber tenido los posibles que hoy están al alcance de todos, el primer contacto con un libro de pesca fue en el año 1970 en la biblioteca publica de nuestro pueblo, y fueron los famosos Manuales Pulide, tres eran, 1º PESCA DE LA TRUCHA CON MOSCA ARTIFICIAL de Louis Carrére, 2º LOS SECRETOS DE LA PESCA DE LA TRUCHA de Pierre Lacouche, y el 3º no lo recuerdo muy bien porque ese no lo tengo, pero era algo como LA PESCA A LANCE LIGERO creo. Quien descubrió estas joyas fue mi amigo y compañero de grandes momentos pescatorios, Raul, que también fue el primero en elaborar las primeras moscas artificiales, sobre todo los mosquitos del modelo leones para el lance ligero, los demás fuimos informándonos y aprendiendo de los libros haciendo unas imitaciones horribles, que cada vez mejoraban mas y comenzaban a pescar a pesar de no disponer del material que hay ahora, los gallos de los vecinos comenzaron a sufrir nuestro acoso para quitarles algunas plumas. Los años venideros compro algún libro sobre el tema y en la desaparecida LIBRERÍA LA CULTURA de Mieres me tropiezo en el año 1971, con un libro de origen americano que marcó el camino que debía seguir para pescar en el futuro, la pesca a cola de rata, o látigo como algunos decían, el libro se titula MANUAL DEL PESCADOR DE TRUCHAS de Dan Holland del año 1962 y traducido por EDITORIAL SINTES en 1966, ni que decir tiene que me devore el libro y casi me lo aprendí de memoria. Este libro fue despejando dudas de como pescar a mosca seca, y mi primera reacción es comprar un equipo de cola de rata, pero el precio era inalcanzable para mi en ese momento, así que comienzo a intentarlo con caña de bambú larga pero no es posible, comenzando por aquel entonces aparecer las cañas de fibra de vidrio, un avance tecnológico sin parangón o así lo creíamos algunos, su ligereza comparadas con las de bambú era enorme además de ser derechas como una vela. En el año 1973 me compro mi primera caña de fibra en la cantina del vasco de Cabañaquinta por un valor de 900 ptas., una hermosa caña de color marrón marca LERC y comienza mi andadura como pescador de mosca seca a la modalidad de la ALLERANA, con una caña de 5,50 m. de longitud, cogiendo cierta habilidad que con el transcurrir de los años se convirtió en especialidad, pues no se me daba nada mal hacer grandes pescatas que llenaban grandes cestas.
Después pasando los años mi biblioteca se fue ampliando con muy distintos libros y revistas, pero la joya de la corona es sin duda un libro aparecido en los años 90 escrito por Rafael del Pozo Obeso y titulado MOSCAS PARA LA PESCA, el estudio mas completo de los insectos del entorno de los ríos (Entomologia) que yo he visto y leído en mi vida, sus fotografías y grabados son de una calidad excelente, sin duda el mejor libro que guarda mi biblioteca piscicola.












Este es el primer libro sobre el tema piscicola que tuvimos en nuestras manos













Este libro marcó mi rumbo de pescador.






















Y este es la joya de la corona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario